¡Oh
bienaventurado, que sin ira, sin odio, en paz estás, sin amor ciego, con quien
acá se muere y se suspira, y en eterna holganza y en sosiego vives y vivirás
cuanto encendiere las almas del divino amor el fuego.
Garcilaso de la Vega
Escritor 
España

 
 
 
 
 
 



 
 

 
 
 
 
 




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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